Queridos hermanos y hermanas:

Hemos vivido una semana, cargada de una conflictividad demasiado dolorosa en nuestra patria.

Duele tanto ver enfrentados a hermanos de la misma familia que se excluyen mutuamente y se excluyen a punta de caminos en los que se está negando lo más fundamental de la persona humana: su dignidad.

Es increíble la habilidad del ser humano de destruirlo todo. De comenzar con una lucha, que puede ser legítima, y deslegitimarla con la pérdida de lo más básico de la convivencia humana.

Muchas veces me han oído decirles que debemos orar más por nuestra patria, que debemos pedir para que haya paz. El asunto es que no basta con eso “No basta rezar” dice una canción de los Guaraguao. ¡Cuidado, que no dice que no se debe rezar, dice que no basta con eso!

Tenemos que revisar si nosotros mismo no estaremos contribuyendo con nuestras actitudes, con nuestro gestos y palabras; a romper con el tejido social. Cuando hay manifestaciones de violencia, de tipo de psicológico o físico, en el interior de nuestras casa, en el momento de conducir por la calles; entonces, no podemos esperar que las cosas en Honduras cambien.

Siempre le he señalado, cosa con la que por demás estoy convencido, que más que leyes nuevas lo que debe cambiar son las personas. Si nuestros legisladores y lo ejecutores de la ley, no usan su potestad más que como una mampara de un accionar carente de ética, las leyes serán solo letra muerta.

Si no hay quien quiera vivir bajo la ley, quien la desafíe, así sea la Ley de Dios; entonces, seguiremos transitando por el camino que conduce al infierno.

P. Juan Ángel López Padilla

López, J. A. (marzo, 2011) El Dominicio, Editorial. III Domingo de Cuaresma, Ciclo A. Semana del 27 de marzo al 2 de abril de 2011.